Hoy os traigo a estas líneas una bonita historia, un amigo tiene un coche como el de mi Padre cuando yo era crio y he pensado que es el momento ideal para recordar nuestra infancia y por supuesto la historia de mi amigo. Que recuerdos más bonitos.
El protagonista es Aitor, un joven bilbaíno nacido en plena transición, concretamente en 1978.
Cuando le propuse hacerle un reportaje sobre su afición y su coche no pudo resistirse y me dijo que adelante, a que esperas!!!!!….ya estas tardando en enviarme esa entrevista, es un “cuarentón” animado y tirado para adelante en cuanto le pides algo.
Quedamos para ir dando un paseo hacia su guarida, donde guarda el Perdigón y aproveche para interesarme en cosas que durante estos años hemos compartido pero no sabía muy bien de donde procedían sus orígenes.
Aitor, el origen de una afición
Aitor me comenta que nació con la afición, venía ya en su genes, pero lo que realmente le marcó y le afianzo en este mundillo fue su Aita, en este momento se queda callado y sus ojos brillan especialmente, nos miramos, nos quedamos cayados, el silencio llena por unos instantes de nuestra conversación y la nostalgia y recuerdos se apoderan de Aitor.
Me cuenta que a su Aita le encantaban los coches y que la genética hizo su trabajo, pasaban muchos y largos ratos juntos, siempre estaba a su lado ayudándole a hacer reparaciones y tareas de mantenimiento en sus coches, charlaban horas y horas sobre los autos que había tenido su Aita, de sus gustos, de las mejores virtudes y de las que se podían mejorar…….pero todas esas horas junto a él le iban marcando y calando.
Entre risas me cuenta que su Aita era peor que él y su familia ya está acostumbrada, le tienen ya como un caso perdido, aunque ayuda mucho que a su mujer le gusta el Perdigón, con respecto a su hijo le está intentando meter la afición. Cuando empiece a ir en alzador mejorará la cosa, porque hasta ahora no le ha podido llevar a dar un paseo para que sienta lo que es pasear en el Mini.
Le preguntó…….una cosa Aitor, ¿porque te gusta tanto esta afición?, sin pensarlo me dice que le parece una forma de preservar nuestra historia, con voz seria de me dice que los coches cambiaron el mundo y la forma de vivir de las personas a lo largo del siglo XX, cosa aparte es lo que sientes admirando o conduciendo un coche clásico que no lo sientes conduciendo un coche actual, me recalca que los clásicos tienen un algo especial, más personalidad.
Es como comparar un reloj de cuerda con un reloj digital, decir en este punto que también le gustan los relojes.
Nos vamos acercando a la guarida y le pregunto por sus proyectos más cercanos y futuros. Me mira y me dice….no te rías eh!!!!, para nada Aitortxu, que es como le suelo llamar, cuéntame, “mi proyecto actual puede sonar poco ambicioso, pero consiste en colocar un salpicadero con más indicadores en el Perdigón. La información es poder, y además me encantan los relojitos…” y su expresión más picara esboza una sonrisa…. y a futuro qué?…. y siempre estará ahí el curso de mecánica del automóvil y después un tallercito propio con elevador donde hacer prácticas.
Llegamos a la guarida y saca de su bolsillo un mando, aprieta el botón rojo y se abre el portalón, bajamos y allí a lo lejos le veo brillando, allí está el Perdigón, un Mini After Eight fabricado por Rover en 1991, en 2006 lo encontró enredando por eBay, viendo un anuncio y le encantó, y además el vendedor estaba cerca de donde vivía, así que no dudó ni un momento en contactar con él para echarle un vistazo.
Cuéntame cosas de este coche Aitortxu……jajajaja, ¿no lo ves? me dice, es pequeño, incómodo, ruidoso… me encanta. Además es de color British Racing Green con el techo blanco, justo como yo lo habría elegido si lo hubiera comprado nuevo. Todo el mundo te mira cuando lo sacas a la calle, y lo que le llama la atención es que no sólo sonríen al verlo las personas de cierta edad, sino que triunfa entre los niños. Como lo ven tan pequeñito…y esos faros Cibiè Oscar le dan un toque racing muy llamativo.
Seguimos hablando del perdigón y me cuenta que en 2006 fue con su Aita a una feria de coches clásicos en Madrid. Fue un planazo: madrugón, desayuno en ruta, todo el día viendo hierros… y de repente nos metimos en un stand que estaba llenito de Minis. Me quedé allí callado, entre todos ellos, y al de un rato le dije a mi Aita: «quiero tener un Mini».
El Mini fue el primer coche en el que me montó. Lamentablemente no es el que tiene ahora, sino que fue en un Authi Mini 1000 rojo con matrícula de Valencia que tenía su Aita, me dice que no sabe lo que daría por encontrar ese coche, la nostalgia nos vuelve a hacer acto de presencia, el caso es que le parece bonito que el primer coche que me compró fuera el mismo que compró sui Aita 30 años antes.
Volvemos al momento que nunca se le olvidara cuando fueron juntos a verlo, me dice Aitortxu que tenía claro que sin la bendición de su compañero de afición no se lo iba a comprar.
“Todavía recuerdo el día en que estábamos él y yo en la puerta del garaje donde lo guardaban y lo vimos aparecer… nos fuimos a casa convencidos de que ese coche iba a ser nuestro.”
Aitor es feliz con su Mini, solo oírle transmite entusiasmo, afición y me cuenta que: “
….el futuro del Perdigón va más allá de mi vida, porque espero que mi hijo Mikel lo herede y me lo cuide muchos años. Por algo le puse el nombre de su Aitite.”
Este Mini le ha dado muchas satisfacciones, solamente hubo una vez en la que lo dejó tirado.
Rover Mini, probando «El Perdigón»
Nos cuenta que aunque lo intenta mover asiduamente, hace un par de años lo tuvo parado durante unos meses y aunque arrancó a la primera, el pedal del embrague se quedó atascado, desembragado. Por suerte recurrió a sus buenos amigos del club que me recomendaron un taller de confianza en el que solucionarlo.
Ya estamos a punto de montarnos en él para dar un paseo y sacar unas fotos, y le pido que me haga una reflexión en voz alta para toda esa gente que nos lee y que probablemente esté interesada o pensando en adquirir uno…..se empieza a reír y me dice:
“pero si ya te he dicho que es pequeño, incómodo y ruidoso… ¿todavía no te he convencido?, conducirlo es una pasada, estás tan cerca del suelo y su suspensión es tan dura que parece un kart. Es divertidísimo.”; me susurra que le encanta sacarlo por carreteras de montaña, los días lluviosos, asfalto mojado, niebla… es como si tuvieras una máquina del tiempo que te llevase a 1976.
Tampoco puede dejar de recordar todos los ratos que pasó con su Aita cambiándole aceite, bujías, engrasándolo, conduciéndolo… pero recuerda especialmente un viaje que hizo con la familia al completo, 4 personas y mi perrita… y bien a gusto que fueron.
Bueno, Aitor me mete prisa, quiere arrancar y sacarlo ya a dar el paseo, quiere que experimente con él disfrute absoluto, que note que lo único que hay entre el asfalto y nosotros son unas pequeñas ruedas de 12 pulgadas y como nuestro anonimato desaparece por completo porque das la nota allá donde vamos.
Asique vamos ya….pero……una cosa Aitor, ¿si tendrías presupuesto ilimitado le buscarías un hermano al Perdigón?, “SIIII, Un Renault 5 Turbo 2 rojo con parachoques negros, faros amarillos y matrícula francesa (de las negras, claro).” Muchas gracias Aitortxu por compartir este rato con nosotros, por presentarnos a tu Perdigón, ese pequeño coche ágil y verde lleno de vida y con una historia bonita dentro de él y saber un poco más de ti.